En este artículo

¿Para qué sirven SCORM y los otros estándares de eLearning?

Si es la primera vez que leés SCORM o estándares de eLearning no te asustes. Son simples normas técnicas, invisibles para los usuarios, que cumplen una función comparable a la de los formatos de una película digital. La idea de la película digital es que podamos verla en cualquier dispositivo, la idea de un estándar de eLearning es que el curso pueda funcionar en cualquier LMS (Sistema de Gestión de Aprendizaje).

El principal objetivo de un estándar es establecer un lenguaje común para alentar la colaboración en algún campo de la actividad humana. Internet también hace referencia a un estándar: son las redes que cumplen con los protocolos de comunicación TCP/IP  (Transport Common Protocol / Internet Protocol). La elaboración de un estándar determinado tiene que ver con el crecimiento de una actividad, lleva mucho tiempo y requiere la intervención de muchas organizaciones.

Publicar un curso en formato SCORM

En nuestra práctica cotidiana la pregunta acerca del estándar de eLearning puede aparecer al publicar o entregar un curso (o una actividad, en lenguaje Moodle) para que un tercero lo suba a un LMS. Cuando se crean cursos con herramientas externas al LMS, el momento clave es el de “Publicar como…”

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La selección del estándar de publicación en Articulate Storyline.

En la figura de arriba, SCORM 1.2, SCORM 2004, AICC y Tin Can API son las opciones de salida o de protocolo para publicar mi curso. ¿Cuál tengo que elegir? En principio tenemos que saber que el estándar que elegimos es invisible para los cursantes: no altera ninguno de los contenidos ni la forma en que se relacionan, no cambia el formato de videos, audios, documentos ni secuencias. El estándar de un curso tampoco se reconoce por un ícono distintivo, ni siquiera mirando la extensión de su archivo porque los cursos se publican siempre con la misma extensión .zip

Por otra parte, el estándar se puede modificar con facilidad: solo hay que volver a abrir el proyecto del curso con el mismo software que lo generó y volver a publicarlo con otro estándar. Es como abrir un .docx y volverlo a guardar como .pdf, el cambio no es más complicado que eso.

La conexión con el LMS

Entonces, ¿de qué se trata esta elección y para qué se hace? Se trata de elegir el lenguaje en el que van a dialogar el curso y el LMS. Es decir, tenemos que saber de antemano en qué plataforma se va a distribuir el curso, porque la plataforma sí reconoce el formato de ese .zip.

Como si fueran un enchufe y un tomacorriente, el curso y el LMS deben tener el mismo tipo de ficha para conectarse. Una buena razón para alentar esta conexión es que de esta manera el curso puede generar y guardar información útil para un director de capacitación.

La información tienen que ver con la actividad de cada cursante, su nivel de avance en cada curso, sus resultados en los cuestionarios, etc. Son indicadores de desempeño de cada usuario, a veces llamados métricas, analíticas o también tracking. El nombre depende de cada plataforma, pero si los cursos y el LMS están hechos en estándares diferentes, esta conexión no se produce y no hay datos para analizar.

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Aunque el estándar es más complejo que esto que acabamos de decir, en términos prácticos la clave son estos indicadores. No reemplazan de ninguna manera a las evaluaciones de desempeño que se hacen en persona, pero pueden alertarnos de algo que esté fuera de la norma. Una pregunta mal respondida por muchos cursantes dentro de un mismo cuestionario interactivo, por ejemplo, puede servir para que el capacitador corrija la pregunta o mejore la explicación del tema en cuestión. Los estándares de learning nos ayudan a obtener algunos indicadores en un entorno en el que la comunicación interpersonal no es inmediata.

¿Para qué sirve SCORM entonces?

Sus creadores dicen que SCORM es el estándar de facto en la industria del eLearning global (ver https://scorm.com/scorm-explained/) y hasta ahora eso es cierto. Cuando empezó a difundirse esta norma, hace más de 10 años, su sigla anticipaba la idea de que los contenidos serían intercambiables o compartibles (Sharable Content Object Reference Model). Es decir, existía la visión de que los cursos se iban a poder sacar de un LMS y pasar a otro.

En la práctica eso no sucedió. Si bien los cursos empaquetados en SCORM pueden cambiarse de LMS, cada plataforma guarda en su propio servidor mucha más información que no es parte del estándar SCORM: las calificaciones de los cursantes, por ejemplo. Esas calificaciones, los registros de actividad online dentro de un LMS o las participaciones en foros de debate, conformarían una suerte de historial de desempeño online que hasta ahora no se guardaba en forma estandarizada. Eso depende de cada plataforma y de cada organización.

Además, el desarrollo del estándar SCORM precedió al crecimiento de las redes sociales, con lo cual tampoco se pensó en la posibilidad de certificar aptitudes de una persona en forma estandarizada (al menos aptitudes que puedan comprobarse en el mundo online). Los perfiles públicos de Linkedin, por citar un futuro posible, podrían consignar  certificaciones o badgets que respalden las habilidades que sus usuarios dicen poseer. Sobre todo teniendo en cuenta que Linkedin compró la plataforma de cursos Lynda.com

El estándar Tin Can API

El nuevo estándar Tin Can API se propone corregir algunas de estas prolongadas ausencias de SCORM. Su modelo de registro parte de la idea de que las actividades de aprendizaje (y no solo los “cursos”) podrían tener algún formato estandarizado para intercambiarse a nivel de plataformas. Esto parece estar en proceso de aceptación por parte de los grandes jugadores del sector, pero en principio postula algunas ideas interesantes: que existen los aprendizajes no formales y que es necesario algún mecanismo de comprobación de esos conocimientos.

Lo que sí sucedió desde la creación de SCORM es que se crearon muchas herramientas para la creación de contenidos de aprendizaje y muchas plataformas para distribuir esos contenidos, gestionar los accesos de los alumnos y registrar (en forma precaria hasta ahora) los conocimientos demostrados. También sirvió para instalar la idea de que todo eso podría hacerse mejor.

En las universidades, en las empresas y hasta en el sector público se adoptaron distintos modelos de creación de cursos, pero en todos los casos se hizo necesario abrevar en las aguas del estándar: de alguna manera había que guardar la información de lo que los cursantes habían hecho en ese espacio no presencial. Éste fue quizás el aporte más grande del estándar SCORM desde su creación, el de haber establecido la necesidad de un protocolo de interoperabilidad.

Seamos prácticos que lo demás no importa nada

En resumen y volviendo al momento de la publicación del curso: solo debemos tener el cuidado de que el curso se publique con el mismo estándar que tiene su plataforma de distribución. Actualmente podemos crear cursos con una variedad enorme de herramientas, animaciones, videos, juegos y un largo etcétera. Más allá de tomar el recaudo de la compatibilidad, los publicadores no necesitamos conocer la lógica interna de los estándares de eLearning, así como no es necesario que sepamos sobre el protocolo TCP/IP para configurar nuestra conexión hogareña a Internet.

Por otra parte, la decisión de publicar con algún estándar tiene sentido si queremos recabar algún tipo de información sobre los cursantes y estamos autorizados a hacerlo. Si ése no es el objetivo, es decir si solo se produjeran cursos empaquetados para vender, la decisión del estándar de publicación es irrelevante.

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4 respuestas

  1. Análisis más que completo el que hacéis aquí sobre las diferentes posibilidades que nos encontramos en el universo e-Learning. ¡Saludos!

  2. ¡Muy buen post! Sin duda, SCORM es un sistema de gestión de contenidos online genial. De hecho, nosotros lo empleamos en nuestro negocio https://www.evolmind.com/ Entre sus principales ventajas destacamos la posibilidad de crear contenidos que, finalmente, pueden incorporarse dentro de cualquier plataforma educativa online.

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